miércoles, 31 de marzo de 2010

METAMORFOSIS DEL TIEMPO

















MARZO 31 Miércoles Santo


Diáfana y fresca comienza la mañana. Transparente cuarzo iluminado el alba. Un invisible velo de imprecisa nubosidad apenas y el azul que lentamente avanza, hasta que el sol rompe con el oro de su espada el tiempo y el cristal de la madrugada.

Bajo la luz creciente del cielo se extiende la bahía, mientras el viento norte la mece en silencio. Una delgada línea blanca que desaparece y vuelve, eso es todo, nada más forma la orilla de leves espumas.

Mientras escucho la mezcla de silbidos y trinos de las aves el destello solar enriquece con su luz y su gloria la vacía playa. Algún peatón, algún corredor, la misma nostalgia. Repongo mi mental maquinaria practicando el desasimiento diario de mis ideas, abandono como puedo mi personaje, olvido mis circunstancias, y desayuno, claro, hoy torta de aceite de Castilleja de la Cuesta, y un café con leche. Me asomo a las noticias, le cambio el agua a la tortuga, y me pongo en marcha.

Me recibe en la calle el maullido y también saludo de Vicky, que está mejor de salud, y bajo la alegría amable de la creciente luminosidad matutina los pasos parecen nacer sin requerimiento volitivo alguno, las piernas se activan ellas solas y me llevan. La suave estructura del camino se despliega ofreciendo su amable y llana parsimonia, no me tomo ninguna prisa, y voy disolviéndome entre el bien preciso horizonte y el cielo que comienza a cambiar su azul primigenio por un trazado de blancos velos nubosos.

Piratilla está esperándome fuera de su guarida, como siempre feliz con casi nada. Las palomas que en ocasiones se le acercan ponen a prueba su instinto de caza, pero como no tiene donde ocultarse en la abierta perspectiva de la playa, siempre son ellas las que escapan con presto vuelo de sus inútiles afanes cinegéticos.

Hacia el mediodía comienza una exhibición de paracaidismo. Militares que llegan a la playa y acotan un espacio, y al poco saltan más de una docena de paracaídas desde un avión que sobrevuela todo bien alto. Diestramente dirigidos en pocos instantes alcanzan tierra, la mayor parte dentro de las coordenadas trazadas. Bajo la blanquecina atmósfera el color de la seda de sus copas destaca con su aéreo e intenso cromatismo.

Con la tarde el sol palidece, las amplias nubes se hacen más densas. Una suave claridad difusa se deja caer lenta, dormida. Algunos bañistas buscan al menos ese templado calor, esa dulce tibieza sobre la arena.

La noche es cerrada, quizá. No veo todavía salir a la luna. Esperando su astral camino, aguardo. Ella sabe que tiene siempre mi amistad como inquebrantable ofrenda.




© Acuario 2010

2 comentarios:

  1. Hola Al Viento: estoy ya en tu página leyendo y siguiendo tu maravillosa prosa poética que cada dia nos hace mirar la vida con la belleza y la profundidad que tiene la existencia.

    Un abrazo.

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  2. ESTIMADA CAJITA, es alegría de la buena tu amistad. Gracias por la luz y la simpatía que derramas siempre. Un saludo y Feliz Pascua de Resurreción.

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