domingo, 7 de marzo de 2010

METAMORFOSIS DEL TIEMPO





MARZO 7 Domingo


Con el suave goteo de la lluvia amanece, el viento ha cesado, el mar todavía revuelto se envuelve en el mismo gris azul que de un lado a otro del firmamento muestra pensativo hoy el cielo. La playa ha sido barrida por el oleaje hasta buena altura, llena de restos, cañas, algas, se presenta desnuda y solitaria, indecisa y desorientada, en esta mañana vacía y ausente.

Las palmeras agotadas, inmóviles, rinden sus palmas húmedas, alzadas aún en sus troncos oscuros, empapados. Sólo algún pescador en la playa echa el anzuelo, buscando tener suerte con el mar de levante, con la afluencia del agua en tromba sobre la orilla. Las arenas se envuelven en los velos que forman las minúsculas gotas suspendidas en el aire por la rompiente, una ligera bruma recorre toda la extensión de la ribera marina.

Poco a poco va cesando la lluvia, el camino de la playa es un puro charco, apenas nadie recorre sus dormidas distancias, su abstraida soledad callada. El fragor de alguna ola rezagada rompe de vez en cuando el húmedo silencio.

A media mañana, el paseo peatonal comienza a recibir alguna afluencia. La luz se detiene entre velada y confusa, una claridad lenta y ensimismada llena como puede el espacio de la ciudad, cae sobre las opalescentes y aún turbias aguas, se agota sobre el litoral marino abandonado e inútil. El espectáculo de la vida se hace satinada lejanía de apagado nácar.

La tarde inicia sus horas sin ganas, a duras penas. El tiempo serpentea sus inacabables minutos como eternidad suspensa. Lentamente comienza a abrirse la bóveda celeste y muestra unos olvidados rosas, el crepúsculo se los presta. El mar descansa.

De improviso todo se hace profundo azul, escasamente iluminado, y luego la luz decae, se pierde el mar, desaparece el cielo entre sombras. La noche se acerca, con su oculto paso, pero determinada y resuelta.

Sólo el murmullo ahora de la mar cansada, sólo las blancas espumas rumorosas.

Sueltas las amarras, dejando el lastre de las ideas a un lado, en la esclarecida noche me has ido llevando hasta el abierto e ilimitado océano de Tus Manos. Eres mi único bastión, Tú solamente.



© Acuario 2010

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