viernes, 19 de marzo de 2010

METAMORFOSIS DEL TIEMPO









MARZO 19 Viernes


No quiere abrirse el día, no quiere comenzar. Quizá haya olvidado algo y quiera volver atrás los pulsos del tiempo, los enunciados del ayer, hacer ligera memoria del pasado. Una homogénea luz difusa, algodonosa, de un blanco opaco y traslúcido interpreta evocadora una estructura onírica, un sueño perpetuado en este alborear que nunca comienza, que ha echado el ancla, que no quiere caminar más y se ha detenido.

El mar y el cielo son un espacio inasible y único, un mismo vuelo, un mismo lamento apagado y dormido, ni olas ni viento, perdido el horizonte incierto. Todo es uniforme y níveo, apagado y quieto. De lado a lado el cielo blanquecino grisáceo, y el mar y su indistinguible final en confusa lejanía, hasta alcanzar la silenciosa orilla callada, también él revestido solamente de pálido gris blancuzco. La orilla parece meditar, alejada por algún extraño sortilegio de la común realidad de las cosas. La mañana se hace discreta e ilegible, tropieza azorada, asoma inaudita.

Desayunar y ponerme en marcha. Vicky siempre espera en el mismo recodo, a la escucha de mi llamada, de mi silbido. Comienzo mi paseo sin el apremio de ningún exceso de calor, la temperatura es excelente. Todo está envuelto en suave definición, el sendero se despliega apacible, silencioso. Alguna paloma acude pidiendo unas migas del pan de ayer, que siempre recojo y me llevo en el bolsillo. El mar es presencia callada, lámina de húmedo silencio, la orilla sólo esconde alguna mínina ola imprevista.

Al mediodía parece verse un sol borroso, una claridad exangüe, un blanco boceto que desaparece como una entrevista ilusión dormida. Una oculta bruma envuelve los montes tras la ciudad estática.

La tarde finalmente muestra algunas pequeñas aglomeraciones nubosas, de algodón velado, en un cielo apenas entreabierto. Vuelvo del trabajo andando a traves del parque, de su arboleda oscureciéndose, dejando atrás los también apagados retazos de las ideas que voy desechando, dando al humor y al olvido.

La noche no ha tomado resolución alguna, indecisa, se deja caer en sombras, bajo una bóveda imprecisa. La orilla remueve algunos distantes murmullos, el mar respira postrado en remota ausencia.

Línea tenue y entrevista, mil imágenes y ni una sola cierta, así es la senda que tu oscuridad me esconde.

Pero no se precisa jamás camino, sino solo andar.



© Acuario 2010



No hay comentarios:

Publicar un comentario