martes, 2 de marzo de 2010

METAMORFOSIS DEL TIEMPO

MARZO 2 Martes


Uniforme y blanquecino, de un lado a otro del firmamento, el cielo es una sóla, monótona, pálida nube. El mar, se mueve con calma, pero con olas bien formadas, parsimoniosas y lentas, aunque asimismo poderosas y altas. La orilla acometida se zarandea entre batientes espumas, el rumor enérgico y recio del oleaje extiende su ronco e impreciso lamento por toda la extensión vacía de la playa. Comienza el día.

No hace viento apenas, la calle y su denso tráfico corren más allá del solitario camino, bajo la luminosidad ceniza que desciende de las cerradas alturas. Trastean las ideas de un lado a otro de la cabeza, pero las voy dejando, paso a paso, detrás mía. Ando sin prisa, pero ya en el limpio vacío que la mente necesita. El mar respira sordamente, abismado en sentimientos oscuros, se ha hecho verde sombra líquida.

Hacia el mediodía el levante sacude y agita la superficie marina, todo son ahora vivas y pujantes, inquietas olas. Tras el ventarrón, adviene la lluvia, golpeando los cristales, empapando de nuevo palmeras y arenas. El aire ulula misterioso en su alocada carrera.

Se inicia la tarde, y bajo el chaparrón incesante, capeando charcos me pongo en marcha hacia mis diarias tareas. Torrencial a veces la precipitación, abatiéndose en ansiosa tromba, entona su misterioso cántico, ancestral, eterno y único. Mientras, envuelto en el graneado y líquido murmullo de la oculta desolación del agua cayendo, se escucha también el enigmático siseo del vendaval que corre y vuela.

Cuando vuelvo, ha cesado el chubasco, el torbellino se ha detenido. La bahía se ha cubierto con un pardo sayo.Todo es marrón, turbio. Las olas convulsas y violentas se desploman incesantes sobre la ribera. Las espumas muestran su blanca esperanza entre las crecientes sombras de la noche que avanza lentamente.

He dejado mi mano en la tuya, adonde me lleves, allí iré. En jubiloso silencio, contigo estaré, respirando Tu dicha.



© Acuario 2010

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