sábado, 22 de mayo de 2010

METAMORFOSIS DEL TIEMPO




















MAYO 22 Sábado


Con una sabia lucidez silenciosa, sólo la mar desgrana murmullos de seda y agua, el día comienza. Desde el azul lleno de sombra asciende internamente la luz lenta y calmada del alba. Sobre el horizonte hay unos jirones de bruma y nubes que el sol aún oculto incendia con su celeste fuego. Un buque anclado en la ensenada marina decide prescindir de sus balizas ante la aurora que crece incesante y luminosa. El firmamento se desdobla y sobre la superficie marina juega a esconder sus espacios infinitos en el espejo de plata de las aguas.

Los abiertos y desplegados toldos soportan la abundante insolación que se inicia, mantienen a raya el bochorno creciente. Se hacen indispensables ya desde las primeras horas para mantener fresca y agradable la alcoba. La alegre vivacidad sonora de las avecillas puntea sobre las cadencias alargadas y los silencios de la rompiente del mar en la orilla. La playa expectante espera su dichosa multitud de bañistas, cada día más creciente y diversa.

Como hoy he tardado en bajar un poco más de lo habitual, cuando llamo a Vicky, ésta no acude a mis silbidos. Sé lo que pasa, voy a comprobarlo, y se confirman mis sospechas. Vicky ha visto pasar a una señora amiga suya, y pedigüeña hábil, la ha llevado frente a la carnicería maulla que maulla, para que le compre un eurito de carne troceada. Allí me la encuentro, dando buena cuenta de una sobrada ración de lomo recién cortado. Esta gata no tiene un pelo de tonta.

El camino bajo el sol se refresca con una ligera brisa marina. Las palmeras parecen abrir sus palmas con entusiamo ante la luz que las inunda. El horizonte comienza a ser irreal, lejano, insólito bajo el exceso lumínico, alcanzando una profundidad desconocida, abriéndose en espacios y dimensiones que sobrecogen y asombran.

Piratilla feliz como siempre, y parece confirmarse que de forma ya habitual alguien le viene dejando tambien copiosas cenas. A la hora del desayuno no se dá ninguna prisa. Si me acepta algo es por consideración y educada amistad felina. Le repongo el agua, y le escondo dentro su ración, que consumirá durante el día, como compruebo cada mañana, cuando retiro la hoja de aluminio en la que le dejé el día anterior la comida. A la vuelta le ofrezco cuatro boquerones sobre el muro de piedra, y una última caricia.

Un mediodía pletórico, mecido por las olas, que aumentan según van avanzando las horas diurnas. La mar se envuelve en líquido ámbar cercano a la ribera, y cobalto decidido en la mitad de la bahía. Algunos balandros pasan lentos, abiertas y desplegadas sus velas.

La tarde es relajada secuencia del tiempo, pausada lentitud de suave somnolencia, luz dorada que todo lo inunda. Hay bullicio y risas de niños que juegan.

El crepúsculo ofrenda un baño de plateado azul a la superficie relajada del mar ahora, y entrega sobre el confín de las aguas su locura más deliciosa y violeta. Un navío detenido y solitario en mitad de la rada parece sumirse en una lejanía pensativa.

La noche aguarda, ya se presiente cerca tras la luz que declina. Acaba el día y tambien estas notas, el día finaliza, y ésta narración que ya es la última. Metamorfosis del Tiempo se llamaron todas, de un tiempo que en ellas antojadizo intenta quedarse, en el recuerdo y la memoria.

Mi adios más agradecido a todos aquellos que vivieron conmigo estas horas de dicha. Gracias amigos y hasta siempre.

See you pequeña y dorada estrella.





© Acuario 2010




No hay comentarios:

Publicar un comentario