miércoles, 19 de mayo de 2010

METAMORFOSIS DEL TIEMPO
















MAYO 19 Miércoles


La noche infinita va perdiendo el oscuro pozo de sus sombras, sobre la brillante amalgama de luces diminutas y lejanas, frazada con la que la ciudad se arrebuja y defiende del frío de su soledad y de la madrugada, el alba iza el fantástico vuelo sin destino de sus azules alas. El cielo parece sólo un sueño de silencio y luz dulce y tierna, en el que una última estrella titila, olvidada y caída de los bagajes y el baúl a toda prisa cerrado de la noche que se aleja. Sobre la densidad de sus olas de oscuro cobalto el mar es ingenua plata que clarea.

Nada altera la sabia alegría de las aves anunciando el día. La playa idéntica y distinta, abre sus distancias mientras el apagado rumor de la rompiente acompaña la todavía oscura longitud de sus arenas.

Un ligero desayuno, yogur y muesli, y unas pesadas noticias. Más que pesadas, fastidiosas y plúmbeas. Pero como hoy el tiempo es perfecto, pues a buen tiempo, mejor la sonrisa. Armado de ella de los pies a la cabeza, envuelto en la seda de su animosa bandera, y mostrando hasta el premolar y los caninos, me pongo en marcha.

Vicky paciente, espera soleándose bajo los sillones de mimbre de la terraza del bar frente a mi edificio. Dos maullidos me regala al verme, que dicen de todo: " hola, tengo apetito, que bueno que ya llegaste ". A poco que se observe y atienda a un animal se da uno cuenta de la riqueza de vivencias que expresan con pocos signos o sonidos.

Bajo el abierto océano de luz del cielo mi camino se desenvuelve exultante, hay una ligera brisa marina, el mar parece murmurar en la rompiente en algún idioma que, olvidado por la memoria humana, aún resuena con su mistérico mensaje desconocido.

Piratilla también al sol, fuera de su escondrijo. Como disfruta de cenas desconocidas que alguien por la noche le lleva, por la mañana tiene menos apetito, pero siempre se termina la comida que dentro le escondo para luego. Nos quedamos un rato bajo la oportuna sombra de un enorme cartel que han plantado en la arena, el horizonte ante nosotros corre de un lado a otro y siempre, pícaro él, nos guiña el ojo. El mar y el cielo, no hay nada más, nuestro pequeño y diario infinito.

Los bañistas tienen ya su mundo perfecto de luz y calor, sólo que quizá, por el escaso número de atrevidos a nadar en las aguas, deduzco que lograrán estar más templadas pasados ya pocos días, si se mantiene el régimen de levante en el oleaje del mar y en la direccion del viento.

Una tarde sin incidencias ¿Cuándo hay alguna? Vuelvo tras un paseo largo en distancia pero que sin saber cómo muchas veces se me hace corto. El parque sombrea el camino, el sol mezcla su alegre luz con la suave y fresca oscuridad de las copas de los árboles. Sobre las losetas de piedra la luz y las sombras juegan.

Chillan los vencejos volando como locos de un lado a otro mientras el crepúsculo con lenta parsimonia esconde sus violetas y sus rosados ensueños en el azul apagándose del firmamento. La mar salmodia lejana y cerca, repite una y otra vez en la orilla solitaria su cadencioso y oculto rezo.



© Acuario 2010



No hay comentarios:

Publicar un comentario