domingo, 16 de mayo de 2010

METAMORFOSIS DEL TIEMPO




















MAYO 16 Domingo


Azul sin límites, denso y oscuro en la madrugada, que va clareando a compás del tiempo cuando rompe el alba. El cielo ha ganado su lugar de infinito, inasible y excelso, magnético e iluminado, sortilegio de asombro sin más camino que su propio vacío. La línea del horizonte comienza a tomar rojizos naranjas, amarillos que anuncian al sol que se acerca. Las aguas dulcemente inmóviles, la bahía descansa en los espacios de su fantástica utopía, se extiende como mágico espejo de un firmamento todo luz, cristalino y abierto. Apenas se logra advertir brisa alguna, las aves alzan su venturoso cántico en el silencio de la mañana. Gorriones y mirlos son los únicos despiertos. La orilla de la playa totalmente solitaria se extiende entre luces y sombras, parece situarse a medias entre la realidad y el sueño.

Bajo los protectores toldos, y en la civilizada y clara penumbra que consigo, abro el ordenador mientras desayuno. Me inflo bien pero de términos que apenas domino, jerga de economistas llena de neologismos, a veces los comentarios a las noticias escritos con faltas de ortografía para animar una sonrisa, afortunadamente ya que el sesgo de las noticias no es como para tirar cohetes. No obstante, siempre la paradoja acecha, cuando faltan los mecanismos correctores, estos acuden y el equilibrio se recupera. Claro, cualquiera sabe quién se queda en la cuneta.

Pero si me entretengo Vicky me regaña. Al sol cálido de estas frescas e iniciales horas matutinas me la encuentro a la espera. Me saluda alegre, y sin dilación hace honor luego a la pequeña latita de comida preparada que le llevo.

Como es festivo, hay animación ya en la playa, bañistas ansiosos de sol y mar. Sin más que mirar al horizonte éste lo dice todo, no tiene secretos, definitivo y preciso. Las aguas reverberan de azules, estallan de reflejos, mientras permanecen serenas, en enigmática actitud sedente.

LLamar con un silbido a Piratilla y salir en estampida de su guarida es todo uno. Más que agujero su escondrijo parece la boca de un toril, por como sale de rápida. Ronronea gustosa en tanto le cepillo el lomo y va comiendo algo. El resto se lo guardo, más un poco de agua dentro. Luego se tumba panza arriba, a jugar con mi mano mientras le rasco la barriga. Con los años que tiene esta gata juega como una cría.

El mediodía soy incapaz de describirlo con palabras, bajo el paso leve de un suave céfiro el sol es una explosión de luz atronadora, el mar refulge incontenible como si fuera cielo líquido.

Lenta y mansa la tarde hace y deshace los entresijos del tiempo. Un suave declinar imperceptible que culmina ante un crepúsculo de instantes violetas fugaces y huidizos.

La noche se hace presente plena y magnífica con una bóveda aérea, azul todavía en sombra. Las primeras estrellas impacientes se asoman y miran curiosas.



© Acuario 2010




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