viernes, 14 de mayo de 2010

METAMORFOSIS DEL TIEMPO






























MAYO 14 Viernes


Sobre un azul frío e intacto, sólo una o dos nubes curioseando, el horizonte espera la luz del alba. El sol impaciente se anuncia con el fuego de sus destellos que avanzan silenciosos mientras la mañana aguarda. El viento sopla de tierra, el mar acoge amablemente todos los reflejos del cielo, todos los dibujos que el aire caprichoso escribe al azar cuando pasa. Tan vacía y dormida la playa, que apenas encuentra la orilla otra cosa que los últimos retazos de las olvidadas sombras, que la noche apresurada dejó sobre la arena.

El sol resueltamente y de inmediato despereza a todas las palmeras mientras los gorriones alborotan en su alegre dicha. Cobaltos y verdes, azules y grises, van acudiendo sobre las aguas, en tanto que al pronto reaparecen sobre la bahía los nimbos en animados grupos, paseando sobre la ciudad y el mar el cambiante algodón de sus formas ampulosas.

Vicky siempre puntual a su cita, espera quieta, sentada, atenta, oculta tras lo que encuentra, motos, sillones de mimbre, farolas o sombras. Reconoce mi silbido instantáneamente, y acude con su saludo de maullidos que modula en inflexiones complejas, con expresivas entonaciones con las que habla de sus cosas. Tiene siempre un apetito resuelto a la hora del desayuno, no hay como la libertad para una gata, la vida así es excitante y maravillosa, con sólo alguno que le ayude y una caricia la mañana brilla para ella más que el sol que nos alumbra.

Como a pesar de las nubes el día se presenta cálido y bastante soleado, la playa se va llenando de bañistas. Mientras camino por el sendero de arenas, siempre alguna paloma se me planta delante a pedirme migas. Si ha sobrado pan de ayer, son suyas. El horizonte traza su línea de infinito con rotunda precisión y complacencia, la orilla sin olas calla, el viento comienza a zarandear palmeras y a querer quitarme el sombrero de la cabeza.

Piratilla como si tal cosa, reducida a su sólo agujero del muro, vive tan feliz como siempre. Hace honor escaso a la comida que le llevo, pero cuando saco del escondrijo la hoja de aluminio sobre la que dejé su ración de ayer, veo que toda se la ha comido. Esto es señal de que hace opíparas cenas sin yo saberlo, de fijo tiene amistades que de noche se la llevan. Como es simpática, y mucha gente ya la ha visto, es natural que alguno más la quiera.

El mediodía es juego de luz sobre las aguas, las nubes se abren y cierran, y sus verdes y sus azules se iluminan, el sol regala destellos entre los nimbos que corretean.

Terminan mis tareas por la tarde, y me tomo un rato tranquilo, andando de vuelta. La vida vegetal del parque parece respirar, sus ocultos pensamientos llenan el silencio del camino bajo la arboleda.

Sobre la ensenada marina las nubes han crecido en dimensión y formas. El crepúsculo las viste de tonos rosas, a otras de amarillo crema. Lentamente el mar se refugia en las sombras de la noche, y el cielo lo imita.

Sólo en la orilla, un pescador continúa enarbolando su caña y su paciencia.




© Acuario 2010

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