jueves, 6 de mayo de 2010

METAMORFOSIS DEL TIEMPO





























MAYO 6 Jueves


Bajo algunos velos de nubes livianas que el sol arrebata e incendia, el día comienza. Las aguas en su calma inmóvil se hacen espejo donde el cielo se mira. Apenas una brisa que nadie sabe a dónde camina, mientras se van apagando las luces que a lo largo de la costa abrazaban a la bahía. Pasan las gaviotas bien alto mientras dejan oír lastimeras el lamento repetido de su grito. La orilla olvidada por el mar sin olas se ha dormido. Una media oscuridad que ya clarea va intentando seguir a la noche que a su pesar se aleja. Mezclados rosas y amarillos, el cielo indeciso, mientras el horizonte procura alcanzar sus límites y llegar a algún sitio.

Abro el ordenador y tomo contacto con el espacio virtual que internet supone para cualquier ciudadano del mundo. Dimensión que nos acerca, que rompe nuestros límites, que nos ofrece cada día más posibilidades, insospechadas hace sólo unos años. Pulso las noticias, me asomo al correo recibido. Mientras tanto el cielo se hace blanca luminosidad completa, una liviana cortina de nubosidad se despliega por toda la atmósfera, el sol pierde mordiente, la mañana inicia sus horas bajo una luz delicada y tenue, casi fresca.

Al acecho escondida, Vicky se asoma al instante tras oir mi silbido. ¿Cuantos años debe tener esta gata ? La ví nacer, dar sus primeros pasos, fué la más atrevida de su camada, la que primero bajó del alto alféizar hasta el suelo, por el árbol que elevaba su tronco y sus ramas hasta ese voladizo, donde metida en un agujero del mismo su madre la trajo al mundo una noche de tormenta de levante. Pues quizá más de doce y en nada ha cambiado de aspecto. Y comiendo su ración la dejo, mientras tomo el camino de arenas e inicio mi diario paseo.

Bajo el delgado dosel impreciso de blanca nubosidad ilimitada el calor se ha hecho civilizado y tibio. Hoy se anda con facilidad, sin esfuerzo alguno. En la playa las arenas comienzan a recibir alguna visita, que salpican su extensión solitaria con el alegre color de las toallas y sombrillas. Piratilla sube y baja del pretil del muro, impaciente por su condumio. Le cambio el agua, cada vez más imprescindible mientras el verano se acerca, y a la carrera llega un travieso lebrel todo babeando lengua fuera. Nada más verlo, la gata es un rayo que se mete dentro de su refugio en apenas medio segundo. Y sigue el perro brincando y dando saltos su camino, quizá todos los días hace lo mismo, mientras su amo lo sigue trotando, tambien haciendo con él ejercicio.

Con el mediodía el mar se hace verde lámina acuática, matizada con un gris irisado y limpio. Las palmeras hoy sin viento, descansan apacibles.

La tarde pasa, con el trabajo siempre se hace más animada. Vuelvo disfrutando del paseo por el parque, quizá sin pensar en nada, un mirlo en el suelo bajo un banco no se fia de mi presencia y decide volar hasta una rama segura y bien alta. Pero le sigo observando y, no gustándole ser visto, de nuevo vuela y se refugia en la espesura del boscaje, ya bien oculto.

El crepúsculo recupera el rosáceo amanecer de la aurora, las nubes visten su algodón de ligero fucsia por unos fugaces momentos. La noche hace sólida y densa la bóveda del cielo. El mar desaparece entre las sombras, callado, sereno.




© Acuario 2010

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