lunes, 14 de diciembre de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO

DICIEMBRE 14 Lunes


De forma decidida, enérgica, animada. Así, rotundo y atrevido, el sol inicia la mañana, luchando. El viento ha vuelto, perdido por algún lugar del lejano septentrión, viene soplando bien helado. Las palmeras hoy de sobra sacudidas, zamarreadas. Sus palmas se agitan en furiosa desesperación. El mar sin olas ha recuperado todos sus espléndidos cobaltos, se viste de una filigrana de profundos azules jaspeados con metálicos celestes. Parecen trazarse surcos y ríos sobre la superficie marina revuelta, perpleja, mientras el gélido aliento del ventarrón dibuja leves vibraciones inquietas que recorren las aguas.

Una barca viene pescando cercana a la ya iluminada orilla. Bajo un cielo casi vacío, sólo alguna nube escasa, la playa va caldeándose lentamente. En la bahía siguen fondeados esperando, ¿quién sabe qué?, tres buques anclados, mientras el sol perfila sus metálicos volúmenes de acero enamorados del agua.

En la calle la actividad crece y como la temperatura baja y el viento arrecia, cuando salgo, con un buen silbido llamo a Vicky, la gata, para dejarle algo que le caliente el estómago. No hace falta insistir dos veces, viene corriendo con alegres saltos, y buen apetito, según veo como ataca su comida.

Hoy bien provisto de abrigo y bufanda, apresuro el paso, luchando con el sesgado empuje del aire desde tierra sobre el camino. Con la luz de la mañana, el frío se hace distinto, alegre, y hasta bien avenido. Las arenas tienen un aire sonriente, llenas de color, se extienden buscando un poco de calor bajo este luminoso firmamento, soleándose indolentemente frente al horizonte infinito.

Hacia el mediodía la nubosidad aumenta, una multitud abigarrada de nimbos va tomando y haciendo suyos todos los espacios del cielo. Traídos por el vendaval incesante, van cerrando la luz de la tarde, dejándole sólo huecos para que el sol curiosee a su modo la ciudad aterida, friolera, desacostumbrada al frío.

Cuando termino mis ocupaciones ya comienza el crepúsculo. La atmósfera luce de nuevo abierta, sin nubes, un lento gris de ceniza azul va ganando sombras. Hasta que azabache y constelada de estrellas, la noche se hace completa. En la playa hoy los corredores se abrigan con guantes y gorros, sopla y bufa la ventisca.

Transparente y glacial, el escenario de la bahía ha ganado límites, las luces en la distancia lucen con todo su brillo.

Como son impacientes, y la luna no llega, cuando creen que nadie las observa las estrellas juegan.




© Acuario 2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario