viernes, 23 de abril de 2010

METAMORFOSIS DEL TIEMPO



















ABRIL 23 Viernes


A pesar de las nubes que encuentra o quizá gracias a ellas, la aurora se ilumina de amarillos y rojos por toda la extensión de un lado a otro del horizonte sobre las aguas. El amanecer anuncia mágico el inicio de unas horas que siempre se llenan de actividades y tareas, pero de momento me concede un respiro para leer la prensa, o aterrizar mentalmente tras las redes del sueño todavía envueltas en oscuros meandros en mi cabeza. La playa tiene la serenidad limpia de su callado vacío, la orilla apenas se mueve, alguna ola escribe a veces una simple y blanca línea de espumas sobre la arena.

Al menos de nuevo estructurado en mis arquetipos y mis sombras, con mis luces y mis dudas, encarando cualquier situación última, más que nunca abro mis manos a Su Gracia, y dejo que trascurran felizmente los días, los que aún hayan de venir y los que todo lo culminen finalmente. La roca del corazón se sostiene en la suya.

Así que termino mi refrigerio, hoy también, me encuentro en la calle a Turco rondando amigablemente alrededor de Vicky, ambos tranquilos al sol. Con un poco de la comida de la gata este apacible can hace lo que se le diga. Le pido: siéntate y estate quieto, y vamos, que se sienta y aprovecho entonces para hacerle una fotografía.

Como siguen transportando arena de acá para allá no tengo otra que caminar por el paseo peatonal, más cercano al tráfico y algo ruidoso a esa hora. Pero el cielo está abriéndose con todo su azul, y el mar refulge iluminado, rodeado de tanta belleza, pasa uno por la vida sin ganas de atender a otra cosa.

Cuando llego al refugio de la Piratilla, le doy un silbido y aparece de inmediato. Siempre queda un resto de arroz de la lata para dárselo a un pequeño grupo de palomas que nos observan todos los días pedigüeñas. A la vuelta ya comienza a tomar fuerza y calor el sol, los bañistas disfrutan buscando un lugar en la playa donde tenderse sobre la arena. Pero por mi parte voy buscando los lugares donde haya para andar el refugio de alguna sombra. Ya a la mitad la primavera en Andalucía tiende a ser bien calurosa, el verano se presiente cerca.

El viento hoy es de tierra, y aunque aún no es tórrido viene bien ajustado de temperatura. Pero en compensación el celeste del firmamento se hace asombro de azul, añil denso y profundo a la vista. La playa es toda remanso de calma y calor, luz y espacio de libertad y encuentro con el sol y el mar, de nuevo tras un lluvioso invierno.

La tarde me parece larga, pero todo acaba, y tras realizar la compra de un aparato en unos grandes almacenes, llego todavía con luz sobrada a casa. Sobre la bahía el cielo muestra orgulloso su dimensión ilimitada. En el horizonte el crepúsculo vierte su cromatismo final rosado, quizá pálido violeta.

El espacio de la noche es inicialmente azul rotundo, hasta que va ganando lentas sombras, mientras en la orilla el mar entrega su murmullo lentamente, una vez y otra.



© Acuario 2010

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