sábado, 17 de abril de 2010

METAMORFOSIS DEL TIEMPO



















ABRIL 17 Sábado


Suave rumor de lluvia envuelve la detenida tentativa de un amanecer que apenas consigue algo de luz para la mañana. Todo el firmamento densamente ocupado por el velo de las continuas nubes, por la difusa cortina de agua incesante. No hace viento, el aguacero cae dueño de todo, nadie en la playa, nadie en la calle, todo son charcos y aguazales a la vista. El mar se hace borroso gris, azul todavía en la lejanía, mientras la afluencia de las aguas torrenciales cerca de la orilla tiñen de ámbar las riberas marinas.

Todo esta sumido en una húmeda y neblinosa claridad tenue, mientras me adormezco de nuevo un rato con el gotear continuo y relajado. Como es demasiada agua la que cae, salgo sólo un momento para dejarle algo a Vicky, a la que con dos silbidos fácilmente encuentro, y me acerco a comprar algo de fruta a una tienda próxima. Hasta más allá del mediodía no cede la precipitación, así que forzosamente en casa, me dispongo a tomar medidas de las válvulas de vacío con las que amplifico mis compactos y vinilos. Mi afición dijeramos casi exclusiva es la música, y llevado a mejorar la escucha de las grabaciones de la misma, desde hace años vengo usando estos artilugios, las válvulas termoionicas de vacío, para conseguir oir con naturalidad y presencia viva, instrumentos y voces. Ninguna descripción puede llevar su magia, la palabra enmudece ante la experiencia de una escucha insólitamente viva y real, cautivante y llena de emoción y belleza.

Asi pues, prisionero de las circunstancias, tomo un aparato de medidas recientemente adquirido, diseñado con un error de solo un punto y medio porcentual arriba o abajo en sus resultados. Las válvulas, especie de bombillas, se gastan y sólo son útiles hasta la mitad de su vida, debiendo desecharse las que tienen bajas medidas de emisión. Curiosamente las más antiguas fueron fabricadas en años en que las cosas se hacían bien, hacia la mitad del siglo pasado, y son éstas las más buscadas. En ocasiones compro algunas por la red, y luego hay que comprobar que tal están, cosa que demoro, ya que casi siempre me llevo disgustillos, el medidor me deja fuera de uso muchas de ellas, usarlas bajas de medidas es tener una escucha de la música defectuosa, deficiente, pobre en matices, escasa en color y apagada.

Es ya el inicio de la tarde, y el mar de nubes se retira, cesa la lluvia y el sol acude esplendoroso a recuperar como puede el tiempo perdido. Tomo un ligero refrigerio y me voy a dar un paseo, y llevarle algo a Piratilla. Hoy tengo que darle buenos silbidos, puede que esté en el otro escondrijo, me digo, que a veces cuando llueve lo prefiere al estar casi siempre éste último bien seco. Pero no, casi cuando me iba, aparece quizá medio dormida. Con buen apetito y ganas de caricias come hoy con retraso su desayuno.

El mar muestra en ciertas zonas una transparencia azul en la rompiente, sobre la que acuden algunas olas tranquilas con relajado compás, con delicada elegancia. Vuelvo por un paseo casi solitario todavía, la hora del almuerzo hace que nadie ponga un pie en la calle.

Un animado levante toma al asalto la tarde, y las nubes quieren cerrarse. Pero no vuelve la lluvia. El crepúsculo logra detener al viento, dejando tonos de color en las nubes ahora suspensas, sin saber a dónde ir. La mar ostenta cobaltos en la lejanía y tenues ocres en la orilla.

Anochece en una suave oscuridad llena de paz, silenciosa. Algunos pescadores siguen intentando con sus cañas capturar alguna pieza, mientras van y vienen las olas dejando sus adormecidos suspiros en la orilla.

En el horizonte una luz se muestra en la distancia rodeada de sombras que sólo logran destacarla.



© Acuario 2010

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