lunes, 5 de abril de 2010

METAMORFOSIS DEL TIEMPO














ABRIL 5 Lunes


El levante ha traído mares de nubes, olas de espuma, y el día no sabe que hacer, dónde encontrar al sol de ayer, la luz que le inundaba y le daba vida. Y tiende sus manos y su amistad siempre, aunque la bruma disponga sus leyes cerradas, aunque el tiempo haya pasado ya mil veces. Si he de esperar que se abra la Parusía, en ella, ojalá, me encontrarás sonriente, todo habrá sido un instante bajo el efímero discurrir que nos envuelve.

En el blanco amanecer, altas y desenvueltas, poderosas, las olas. Las nubes arriba en el cielo como aéreas espumas, con las suyas abajo la mar en la orilla, como líquidos y níveos, burbujeantes nubarrones.

Sisea y mece palmeras enloquecidas, agita y sacude, el fuerte viento parece enfadado. Hay que dar una vuelta al edificio silbando hasta que aparece Vicky, escondida vete a saber dónde. En las calles aledañas, tras el paseo, protegida de tanto meteoro adverso, le dejo su ración que ataca con apetito. E inicio con resolución un camino trasformado en revoltijo de arenas, en asalto de aire salobre. Las olas se yerguen orgullosas y avanzan rugientes sobre la orilla. La rompiente no acepta tibias complacencias, ni desvaídos colores. Metálica y verde, gris que se mezcla ambicionándolo todo, esa es la paleta que el mar despliega, ya cansado de ser soñoliento azul o piélago inexistente.

La playa está vacía, sin bañistas, todos han huido. Algunas gaviotas se han posado en grupos. La lejanía parece oscilar y perderse. Afirmándose en sus anclas tres buques desafian los espacios que la mar reclama como suyos. La bóveda del cielo se hace densa, se cierra, escribe fugitivos perfiles nubosos que inmediatamente pierde.

A la vuelta le dejo algunos boquerones sobre el muro a Piratilla, hoy los chiringuitos no abren, los camareros charlan sin alzar las persianas metálicas. Una claridad turbia se arrastra envuelta por la ventisca que todo lo mueve. Resuena el palmeral entrechocando sus palmas inquietas y desesperadas en la línea del paseo cuando por él regreso.

La tarde se inicia sin cambios mientras acudo a mis obligaciones. Vuelvo con ganas de andar, los últimos azahares perfuman la plazuela frente a la entrada del puerto, y enfilo la larga avenida del parque. En las quietas aguas del fondeadero los colores han desaparecido, un crepúsculo lechoso se aferra como puede a las nubes.

Revueltas y terrosas, las olas persisten alzando sus voces, espumando arenas, en confusa cadencia sobre la bahía. La luz va perdiéndo sus soportes, el día acaba, el mar recupera sus olvidados y oscuros azules en los brazos de la noche. Tercamente iluminados los buques apoyados en sus áncoras resisten los embates del viento y las revueltas aguas.

La luz de tu sonrisa aguardo en la noche, la mía ya la tienes siempre.



© Acuario 2010

3 comentarios:

  1. La luz de tu sonrisa aguardo en la noche, la mía ya la tienes siempre................
    AVECES ES BONITO ESPERAR ESA SONRISA LA CUAL ESTARA EN TU SUEÑO.....AUNQUE MAÑANA VUELVAS A POR OTRA POR QUE AL DESPERTAR DESAPARECIO CON LA NOCHE......GRACIAS VIENTO

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  2. Somos una brizna al viento. Todos nuestros caminos se definen al azar, cual si fuera la ley mayor del universo. Pero la angustia nació de la mano de la libertad y la conciencia, volviéndonos sensibles a la incertidumbre radical de la vida. Quizás es allí donde se acuna la fe, como ese acto fundamental de confianza en algo superior que rige el fluir eterno y armonioso de las cosas y las vidas.

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