sábado, 28 de noviembre de 2009

METAMORFOSIS DEL TIEMPO

NOVIEMBRE 28 Sábado



Sin apenas esfuerzo, suavemente, el amanecer va llenando de luz tenue, nacarada, crema y plata, la superficie del mar, levemente mecido por un escaso oleaje casi imperceptible. Tras un endeble y discontinuo rostro de nubes desvanecidas y dormidas, el sol oculta hoy su fuerza. Una ligera brisa desde tierra hace la mañana fresca, viento norte todavía. No es posible hoy bajo esta amable luz diurna ni tener ni mantener para nada prisa ninguna.

La playa vacía, pero llena de un gozo secreto, silencioso, sencillo. De vez en cuando algún perro corre y juega, soltado por su amo, feliz animal trotando y haciendo suya la inacabable dimensión de las arenas. Hoy no se ven pescadores, solo algún corredor pasa por el camino cercano al murallón de piedra que enmarca el arenal. Las palmeras todavía reposando, sueñan.

Me entretengo leyendo más de la cuenta, el día no laborable y la luz tamizada y tranquila me inducen a dejarme llevar por cierta indolencia. Pero animal de costumbres, al poco rato me instalo en el camino buscando mover las piernas. Ya hay viandantes, algúna pareja de turistas, la animación habitual de gente, palomas, uno o dos arrojados bañistas. La sempiterna máquina limpiadora de las arenas ruidosa y desvencijada va y viene arriba y abajo, llevada de su destino, arrastrando su furgón como Sísifo su piedra. El mar ha olvidado ser hoy azul. Extensión de calma fluída, bajo un cielo de blanquecinas nubes las imita, y con sabia maestría consigue transmutarse y lucir luminosas y argénticas aguas.

Hacia el mediodía el viento rola a levante, un lento aire desidioso y refrescante, que acaricia las datileras, que remueve con delicadeza y juega con las hilachas raídas que una vez fueron orgullosas banderolas al aire en los chiringuitos de la playa.

La tarde se oscurece, cobran dimensión y presencia las nubes, ahora ganando gris, ocupando con resolución la atmósfera, pero no llueve. Ante esta desabrida apariencia, nadie en la calle pasea. Al final, la noche lo oculta todo, mar, cielos, nubes. La ciudad con sus luces proclama al oscuro cielo su rebeldía.

Me detengo un tiempo frente a la impenetrable negrura de las aguas, escuchando.
¿Crípticos poemas, líquidas runas ? ¿Que murmura incesante el mar en la rompiente de la orilla?




© Acuario 2009

2 comentarios:

  1. Contestaré a esa pregunta!!

    solo quiero unos cuantos minutos para pensar en una respuesta lógica....

    en fin... algo se me ocurrirá.

    Un Abrazo!

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  2. Amiga SOL,

    publico con tu permiso la respuesta que me has enviado en otras páginas literarias.
    El mar murmura las historias, los cuentos que las estrellas escriben.

    Seguro que eso te lo ha confiado al oído alguna sirena sonriente por la noche.

    Un cordial abrazo.

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