viernes, 25 de junio de 2010

CRIPTOGRAMA DE LA PALABRA








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¿Cuál ha de ser el surco que el modesto arado de mis palabras traze en su intento?

No me es fácil elegir frente a tantos espacios abiertos, ante esta repentina sobreabundancia que ha dejado sus vericuetos sembrados de preguntas. De nuevo los perfiles de los hechos se rodean de luminosa evanescencia, como si la naturaleza de la realidad se mezclara con el orbe inexpresable y onírico que me habita en sueños.

La tarde camina dulcemente mientras el mar se desliza entre los tenues pliegues de la brisa con la sal de sus húmedas fragancias. El horizonte se ha detenido inmóvil a descansar bajo la inmensidad del firmamento.

Una ciclópea calma timonea el crepúsculo bajo soterradas líneas de alegría. Telúricas fuerzas de vida renacen asombradas. Todo es distinto, y aparentemente nada es nuevo.

Ser uno mismo, con toda su sencilla contingencia, buscar la sobria fluidez de la verdad. La naturalidad discreta, el frescor de lo puro.



© Acuario 2010



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