Luis Fernando Pérez al piano, los Nocturnos de Chopin abren la mitad de la tarde en Radio Clásica. Estas obras aladas llenas de creatividad, sonoridad y armonía, abiertas y desbordantes de sugerencias, esos pensamientos o meditaciones llevadas con plena flexibilidad y libertad a la música logran envolverme con su belleza.... y tu recuerdo.
La tarde caprichosa ha resuelto elevar la noble arquitectura de un amplio desarrollo nuboso, que magnifica con excelsitud el impulso de profundidad y misterio de los Nocturnos. De vez en cuando el mar murmura quedamente en la orilla, y a través de la abierta ventana una ligera brisa trae el humilde gorjeo de alguna avecilla. ¿Estamos en verano? No lo parece, en esta luz brumosa y con la playa desierta y vacía.
No deseo estorbar tu libertad y tu vida, todo lo que yo sea es ya tuyo. Pero tu te perteneces a tí misma, a tu felicidad, a tu destino. Yo me debo al mío.
La tarde caprichosa ha resuelto elevar la noble arquitectura de un amplio desarrollo nuboso, que magnifica con excelsitud el impulso de profundidad y misterio de los Nocturnos. De vez en cuando el mar murmura quedamente en la orilla, y a través de la abierta ventana una ligera brisa trae el humilde gorjeo de alguna avecilla. ¿Estamos en verano? No lo parece, en esta luz brumosa y con la playa desierta y vacía.
No deseo estorbar tu libertad y tu vida, todo lo que yo sea es ya tuyo. Pero tu te perteneces a tí misma, a tu felicidad, a tu destino. Yo me debo al mío.
Sólo con una gota de amistad del océano de tu corazón soy ya dichoso. Mi completa alegría llegará el día en que logre verte en la cima de tu dicha, rodeada de pleno amor en tu vida. Esa es la silenciosa petición que incesante elevo.
Velando a un Dios dormido, velando el sueño de un Dios dormido: " ...abriste los ojos / pausadamente / y los colores vuelven a pintar el cielo / en la opulencia / en la alegría. / ....
/ ¿ Qué haces que no estás dormida ? / ¡ Mirarte ! / ¿Mirarme? ¡ Dios te bendiga ! "
Tus palabras me mostraron un infinito de ternura, quizá dolorida, y por ello aún mas íntima y magnética.
Velando a un Dios dormido, velando el sueño de un Dios dormido: " ...abriste los ojos / pausadamente / y los colores vuelven a pintar el cielo / en la opulencia / en la alegría. / ....
/ ¿ Qué haces que no estás dormida ? / ¡ Mirarte ! / ¿Mirarme? ¡ Dios te bendiga ! "
Tus palabras me mostraron un infinito de ternura, quizá dolorida, y por ello aún mas íntima y magnética.
Desde entonces, ahí, en ese instante, " confieso con asombro que tu voz llegó a mi pecho" ...y... "su dulzura se clavó honda".
Jamás olvidaré esa luminosa herida.
Jamás olvidaré esa luminosa herida.
© Acuario 2010
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