.
Estremecedor desafío
de este disforme apocalipsis laberíntico
que abandera su horizonte de amenazas,
hálito de sombras y delirios
sobre el aforo sucinto de nuestros sueños.
Incorpóreo drama y recóndito cataclismo
que cierne y enarbola su transparente flagelo
contra el acirate umbrío que mitiga dulcemente
el último calor de la tarde a nuestro paso.
Otoñada de vesánica ira articula su preludio
en creciente y perfecta tormenta final,
afán inconcluso de un inédito escenario de ruina
para una Roma inmortal de nuevo sepultada
por la ciega codicia en su caos inexorable.
© Acuario 2012
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