lunes, 12 de abril de 2010

METAMORFOSIS DEL TIEMPO





























ABRIL 12 Lunes


Desde la atalaya de una madrugada cristalina rompe hoy la aurora, y el sol desata sin limitaciones la rúbrica de su imponente fuego. Las últimas olas de levante acuden todavía, un poco casi por compromiso a la playa, lentas, desfibradas, sin entusiasmo alguno. Desde ayer el viento de poniente ha tomado la iniciativa y aunque mesurado, no cesa de continuar llegando, hasta traer, de forma inicialmente imperceptible, lo que terminará siendo un extenso velo de nubes, que irán ocupando poco a poco la casi totalidad del firmamento a lo largo de las horas.

Pero aún a esta hora la mañana cree poder desplegar todo el vuelo de su ilusión y recibe alborozada la plena luminosidad sin cortapisas del ardiente sol. La playa se entibia, mientras la orilla al fin vuelve a estar tranquila, sólo el leve rumor de las olas rezagadas que van disminuyendo, que siguen llegando a duras penas cada vez más cansadas.

Esperándome cuando salgo sólo está Vicky, sin el insistente Romeo de días pasados. Quizá sí, o quizá no, el tiempo dirá, como siempre la última palabra es suya en esto de los encuentros en la tercera fase. De todas formas como era todo un gatazo, bien grande, romano a rayas, de color anaranjado, si hay prole, como a su vez la gata es tambien buena moza, y romanita marrón y naranja, los cachorros pueden ser muy bonitos.

Bajo el tibio sol de estas primeras horas andar es muy agradable, el ligero poniente refresca mientras se camina, todo suavemente soleándose. El mar es una apacible extensión verde esmeraldina, con un pálido gris sedoso bañándose en sus aguas. El horizonte se muestra alegre, expansivo y abierto, ilimitado. Haciéndole compañía, dos o tres buques aproan hacia el oeste. Alguna nube comienza a crecer sigilosa y blanca.

Piratilla a lo suyo, de vez en cuando hace un amago de caza de alguna paloma atrevida, más por juego que por otra cosa. Toma el sol mientras me espera, y hace buenos honores a su comida. A la vuelta de la compra le dejo además seis anchoitas que también se las zampa feliz en un momento. Los chiringuitos atareados ya todos los días, preparan el fuego de leña, disponen las mesas bajo los cañizos, se afanan en la cocina.

Con el mediodía, medio sol y media sombra, unas delgadas nubes incompletas que a veces velan la luz solar sin conseguirlo del todo. En la playa el tiempo se detiene sin prisa. Hoy están las palmeras quietas, pensativas y ausentes, excelsas.

Toda la tarde ocupado, pero sin apremios, el trabajo se hace también espacio de encuentro y casi entretenido juego. Vuelvo dejando atrás el apagado crepúsculo, la arboleda respira silenciosa, las horas tambien caminan conmigo sin prisa.

La bahía va entregándose a la noche que la corteja, sus azules crecen y se dimensionan, hasta que la oscuridad oculta la móvil lámina pelágica de sus olas. Sólo el rumor cadencioso en la orilla, sólo la respiración acompasada de un mar que duerme y también él, sueña.




© Acuario 2010

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